Revista Semana

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De la vergüenza al orgullo:
50 años de Stonewall

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SEMANA habló con cinco activistas y miembros de la comunidad para hacer un balance sobre los avances y desafíos que aún quedan pendientes después de 50 años de Stonewall.

Mientras en Nueva York iniciaba la revolución gay, en Colombia, apenas empezaban a popularizarse los bares clandestinos de homosexuales, lesbianas y transgénero. Para la década de 1970, la mayoría de quienes habían decidido hacer su vida sexual con personas de su mismo género, llevaban una doble vida. Tenían familias y trabajos de oficina de día, pero en las noches, “Arlequín”, “El Farol” y “Yango”, en Bogotá, fueron algunos de los bares y discotecas más frecuentadas por la comunidad LGBTI. Pero igual que en el resto del mundo, tuvieron que soportar las represiones: eran encarcelados, violentados y discriminados por la fuerza policial.

Ser homosexual dejó de ser un delito en en Colombia hasta 1980, diez años más tarde que la revuelta de Stonewall. Y desde ese momento, la población empezó a ganar cada terreno en los espacios que había estado relegada. Hoy ya pocos tienen que esforzarse por ocultar dicha condición, pero también es cierto que aún no es completamente aceptable pregonarla a los cuatro vientos.

Aunque activistas como León Zuleta y Manuel Velandia, abrieron el camino para que Colombia se convirtiera en uno de los países con políticas más liberales del hemisferio occidental en materia de legislación LGBTI, episodios trágicos como la muerte de Sergio Urrego, el joven de 15 años que se suicidó en 2014 tras ser víctima de homofobia, demuestran que el país no está preparado para aceptar la diferencia. La discriminación, la violencia y el estigma contra ellos, aún sigue cobrando vidas.

Para ser más exactos, según informes recientes de Colombia Diversa, entre 2013 y 2017, fueron asesinadas 549 personas LGBTI. Por los menos 195 de ella corresponden a homicidios motivados por el prejuicio hacia su orientación sexual o la identidad de género. Y la cosa no para allí. Durante el mismo periodo se registraron 431 hechos de violencia policial: 284 agresiones físicas, 11 actos de tortura, 3 ejecuciones extrajudiciales y 2 tentativas de homicidio. El problema es que en ninguno de los casos, las investigaciones por estos crímenes no avanzan y los responsables no son identificados ni sancionados.

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“Estamos polarizados porque no hemos podido reconocer nuestra diversidad”

Vladdo habló con Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa. Estas son sus reflexiones sobre la situación actual de los homosexuales en el país.

SEMANA: ¿Por qué es tan importante en 2019 la celebración del día del orgullo LGBTI?

Marcela Sánchez: Porque son 50 años de orgullo, pero también 50 años de lucha. ¿Y orgullo por qué? No es porque uno tenga que sentirse más orgulloso que los demás por ser gay, lesbiana, bisexual o trans; pero hablamos de ‘orgullo’ porque nos han considerado enfermos, anormales, delincuentes; alguien con quien un niño no podría identificarse, no somos un referente positivo para nadie… Son 50 años de empezar a sentirnos bien con nosotros mismos, de empezar a sentirnos libres, dignos e iguales; pero también cincuenta años de estar reclamando igualdad, trato igualitario. Son 50 años en que han cambiado muchas cosas para la gente LGBTI en el mundo.

SEMANA: ¿Cuál es la consigna de la celebración de este año?

M.S.: La idea es celebrar los 50 años de orgullo y mostrar que Colombia es diversa; más allá de la orientación sexual. La diversidad alude a muchas otras diferencias; puesto que intentan decirnos que Colombia no es diversa, que tenemos un solo pensamiento, una sola creencia, y eso no es así. Colombia es diversa, muy diversa. Y estamos muy polarizados, precisamente, porque no estamos reconociendo nuestra diversidad; no la sexual, sino la diversidad en toda su extensión: política, étnica, cultural, racial, sexual…

SEMANA: ¿Cuál es la principal barrera que tiene en Colombia una persona gay?

M.S.: Ha habido como olas. Aquí era delito ser gay en lo años ochenta, luego –a pesar de no ser delito– un rector de un colegio podía expulsar a un estudiante por el solo hecho de ser gay; no eran reconocidas nuestras familias. Y luego de superar esa primera etapa legal, sigue siendo un tema complicado salir del clóset, no es fácil contarles a tu papá, a tu mamá, a tus hermanos. No hay algo tranquilo en ser gay. Eso no está pasando todavía…

SEMANA: ¿Cuál es la principal barrera que tiene en Colombia una persona gay?

M.S.: Ha habido como olas. Aquí era delito ser gay en lo años ochenta, luego –a pesar de no ser delito– un rector de un colegio podía expulsar a un estudiante por el solo hecho de ser gay; no eran reconocidas nuestras familias. Y luego de superar esa primera etapa legal, sigue siendo un tema complicado salir del clóset, no es fácil contarles a tu papá, a tu mamá, a tus hermanos. No hay algo tranquilo en ser gay. Eso no está pasando todavía…

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SEMANA: ¿En su caso fue difícil salir del clóset?

M.S.: Fue muy difícil. Yo vengo de una familia tradicional caldense y la situación es difícil. Las mamás y los papás siempre se van a preguntar: “¿Qué hice mal?”. Y es muy triste para una lesbiana o un gay o una persona trans que todavía alguien se pregunte qué salió mal. Además, estudié en un colegio de monjas, lo cual lo hacía todo más difícil; pero ya estando en la universidad se lo dije a mi mamá. Al principio me dijo –palabras más, palabra menos– “no vuelve a mi casa”, “no quiero saber de eso”. Pero después fue asimilando la historia y me dio a entender que me quería, a pesar de que “eso” fuera algo incomprensible, algo difícil para ella.

SEMANA: Hay quienes creen que todos los gais son de izquierda… ¿Tiene algo que ver la orientación sexual con la política?

M.S.: Nada que ver. De hecho, al principio la izquierda no fue generosa con la gente LGBTI ni con las feministas. Las feministas que militaban en la izquierda en los años setenta y ochenta hablaban de doble militancia por eso; porque en el partido les decían que defender los derechos de las mujeres era algo burgués. Y para nosotros, incluso, entrar en el movimiento de derechos humanos en Colombia fue muy difícil, pues la homosexualidad se consideraba un asunto de la vida privada de la gente; pero en la actualidad somos grandes aliados. Y cuando logramos que la orientación sexual dejara de ser vista como un asunto personal y burgués y que tenía que ver con los derechos humanos, se nos abrieron las puertas. Pero no fue una alianza natural entre la izquierda y la gente LGBTI. Por otra parte, hay que decir que también hay gente de derecha que es progresista y abierta frente a los temas LGBTI. Sin embargo, ahora hay una corriente de derecha, y antiderechos, que nos asocia a la izquierda para deslegitimar la lucha LGBTI.

SEMANA: Es decir, es un mito urbano…

M.S.:Así es; pues no es lo mismo ser gay que tener conciencia del trabajo por los derechos LGBTI. Así como hay mujeres que dicen que nunca se han sentido discriminadas en su vida, ser gay no implica tener militancia de ninguna naturaleza. Otro mito es creer que todos los gais son de clase alta y de buen gusto y buenos amigos y que todas las lesbianas son gordas, malgeniadas y ‘malucas’. Y de las personas trans ni hablar… ¿Y qué pasa con el gay campesino? ¿con el que vive en zonas pobres de las ciudades? ¿el militar? Esos estereotipos son muy dañinos.

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SEMANA: ¿Cómo se compaginan las creencias religiosas con el hecho de ser gay?

M.S.:Los gais que son creyentes tienen su propia interpretación de los textos bíblicos; ellos dicen que Dios no los rechaza y que Jesús nunca habló en contra de ellos; que los habría acogido. Yo creo que ellos diferencian mucho su relación con Dios de su relación con la religión y con la ortodoxia y la jerarquía de la Iglesia católica.

SEMANA: ¿Qué se le puede decir a una mamá que se enfrenta a una situación nueva para ella, al darse cuenta de que su hijo es gay?

M.S.:Dadas las condiciones actuales de discriminación, es entendible que una mamá se sorprenda en una situación de esas. Es importante que no se quede callada, que no sienta vergüenza, que lo converse con otras mamás que tengan las mismas dudas. Es importante que entiendan que no se trata de una enfermedad. Es recomendable que dialoguen, que busquen información. También es fundamental hablar con sus hijos; ellos tienen muchas de las respuestas a esas dudas.

SEMANA: Aunque no es una obligación, ¿qué tan importante es que un personaje público, destacado, salga del clóset y asuma públicamente su orientación sexual?

M.S.:Me parece muy importante. Necesitamos referentes positivos; que la gente vea que sí se puede ser gay y además ser exitoso profesionalmente.

SEMANA: ¿Cuál es el prejuicio más común sobre los gais en nuestro medio?

M.S.:Se tiende a pensar que los gais tienen una vida caótica. Se asume que son desordenados y promiscuos, que no se puede confiar en esas personas. No se nos considera serios para nada; ni para un trabajo ni para criar hijos. Se pone en tela de juicio nuestra idoneidad.

SEMANA: ¿Qué podría hacer el Estado para facilitarle la vida a la población LGBTI?

M.S.:Eliminar las barreras legales, dejar de criminalizar la homosexualidad. También es necesario prevenir y sancionar la discriminación. Y serviría mucho promover la cultura; unos referentes distintos de literatura, de arte, de cine, de cosas que hablen de la diversidad; pues de la diversidad nos beneficiamos todos.

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SEMANA: ¿Y qué ha hecho el Congreso de la República para garantizar el respeto de esos derechos?

M.S.:Nada. Todo lo ha hecho la Corte Constitucional, que ha tomado decisiones empujada por las circunstancias. El Congreso está en deuda con las personas LGBTI. Según Angélica Lozano, el Congreso paró 18 proyectos de ley que tenían que ver con derechos de las parejas del mismo sexo. Lo único rescatable es que hundió el referendo discriminatorio promovido por Viviane Morales.

SEMANA: En ese sentido, ¿qué materia hay pendiente en la actual campaña política, con miras a las elecciones de alcaldes y gobernadores?

M.S.:Las alcaldías, concejos y gobernaciones tienen un papel importante en la elaboración de políticas y ahí se deben concretar asuntos básicos para prevenir la discriminación.

SEMANA: ¿Qué posiciones han asumido los grupos armados ilegales frente a las personas LGBTI que hay en sus filas?

M.S.:En las organizaciones armadas legales e ilegales estos temas aún no tienen cabida; es muy difícil que una persona salga del clóset en una institución de esas, en cualquier ejército oficial o clandestino.

SEMANA: ¿Es difícil el trabajo de una entidad como Colombia Diversa?

M.S.:Ahora se está volviendo más complicado porque tenemos una oposición muy manipuladora y muy mentirosa. Respetamos que haya gente que no piense como nosotros, pero el nuestro ha sido un debate público, con argumentos y con todas las cartas encima de la mesa. Pero la manipulación y la tergiversación a la que hemos sido sometidos en los últimos tres años no es justa, no es ética y, en general, no le aporta nada a la sociedad colombiana. Y a nosotros nos ponen como enemigos de la sociedad, de la familia, de las buenas costumbres, y eso es muy peligroso.

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